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jueves, 27 de junio de 2019



Qué son los barbarismos?




¿Qué son los barbarismos? Lo diré en corto: los barbarismos (del latín barbarismus) son aquellas palabras que están fuera de las reglas morfológicas o fonológicas de la lengua y que por tanto no son reconocidas como correctas.

El concepto barbarismo, que es muy antiguo, alude a lenguas extrañas. De ahí que los antiguos griegos llamaran bárbaros a los pueblos que hablaban lenguas diferentes al griego o que bien hablaban esta lengua, pero sin pulcritud.

Debemos tener cuidado con este concepto, pues la lengua es un ser vivo y lo que hoy se considera incorrecto mañana puede estar dentro de la norma, como demuestra el DRAE, que tan acostumbrados nos tiene a aceptar palabras que hasta ese momento se consideraban erróneas.



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Clases de barbarismos

Barbarismo es un término más bien generalista y ampara una gran diversidad de palabras que podrían ser consideradas como tal.

Hay varias clases de barbarismos. Aquí voy a citar algunas:

Fonéticos: aquellas palabras que pronunciamos y escribimos mal (líbido en vez de libido), tiempos verbales incorrectos (cabió en vez de cupo), escribir o pronunciar palabras a las que hurtamos o, al contrario, añadimos alguna letra (disgresión en vez de digresión, inflacción en vez de inflación)…

Las flagrantes faltas de ortografía: escrivir en vez de escribir o hamar en vez de amar.

Impropiedades: utilizar palabras por error cuando realmente pretendíamos usar otras: proveer por prever o flagrante (tan evidente que no necesita pruebas) por fragante (que exhala una fragancia, un olor).

Arcaísmos: empero en vez de pero o asaz en vez de muy.

Los neologismos (invención de palabras) pueden ser considerados también barbarismos. No obstante, los neologismos, cuando se usan con elegancia e imaginación y no por error, pueden enriquecer el vocabulario.

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Ejemplos de barbarismos

Y ya para terminar este post, os dejo un breve listado de barbarismos poco recomendables. Escribo el barbarismo a la izquierda y la forma correcta a la derecha:

bilbaino – bilbaíno

interín –ínterin

alante – adelante

calcamanía – calcomanía

cónyugue – cónyuge

desestabilidad – inestabilidad

dividible – divisible

fustración – frustración

grágea – gragea

Nóbel – Nobel

experencial – empírico

exprofesamente – de modo ex profeso


miércoles, 26 de junio de 2019



Que es el esteriotipo economico 


El estereotipo es un concepto, idea o modelo de imagen que se le atribuye a las personas o grupos sociales, muchas veces de manera preconcebida y sin fundamentos teóricos.En resumen, los estereotipos son impresiones, prejuicios y etiquetas creados de manera generalizada y simplificada por el sentido común.Con el desarrollo de las sociedades los estereotipos se fueron creando y estandarizando diversos aspectos relacionados con el ser humano y sus acciones.De este modo, esos modelos o clichés se han repetido en el tiempo, lo que ha generado los patrones impersonales e ideas preconcebidas, que a su vez han sido reproducidos por las culturas y replicados en los medios, tales como la televisión, internet y muchas veces son utilizados en programas humorísticos. Estereotipos religiosos



En este ejemplo, los estereotipos son creados sobre las costumbres y valores de las religiones más llamativas. Como la mayoría de la humanidad no realiza ni participa en los valores religiosos, critican a todos los que desempeñen cierta religión. Infortunadamente la crítica expresada para estos individuos considerables se extiende más allá de una crítica constructiva, ofendiendo a las personas que pertenecen en cierta religión. Presentando una ironía amplia. Este tipo de estereotipos se da en los países más religiosos, donde la devoción es algo intocable e indudable.


Estereotipos políticos

Con los medios de información que utilizamos hoy en día, las ideologías de los políticos se divulgan intensivamente. De esta forma, cualquier persona que sea integrante a su grupo político involuntariamente manejan pensamientos propios para poder adaptarse al medio político, ya que ser miembro político requiere de pensamiento que pueden afectar a otras personas, solo con la finalidad de alcanzar su propio éxito. Nadie nace con una ideología política, pero hay etapas de la vida donde una persona se enfoca a este mundo de forma racional.

Estereotipos de clase


Para este tipo de estereotipo se establecen principalmente en el poder económico, y es el principal actor de las obsesiones y estereotipos sociales. La dificultad de estos estereotipos es que suele apoyarse en la interacción de una persona con el resto de la humanidad. Son escenarios donde las preocupaciones, la obsesión y la depresión pueden verse afectadas por carencia económica.

Estereotipos de país


Este ejemplo de estereotipos lograr englobar los estereotipos raciales, pero estos siempre van más delante de los radicales, ya que hay mas población afectada. Por ejemplo en los países que vive una gran cantidad de inmigrantes, se les establece a ellos todos los inconvenientes de ese país, según es porque están gozando de los beneficios que todo habitante nacional merece. Por ley general se centralizan en la capacidad laboral para los inmigrantes y se les determinan calidades dependiendo del país de origen.

Estereotipos de género

Eventualmente este tipo de estereotipo es el más difícil de cambiar en la sociedad y es uno de los más perjudiciales. La dificultad de estos estereotipos es que están completamente adaptados en casi todos los individuos sin que estos se den cuenta.En la antigüedad, la humanidad tenía un criterio errado de las mujeres, donde ellas fueron menospreciadas y en ciertas culturas incluso han sido olvidadas y desterradas.
Hoy en día todo ha cambiado y ya no parece extraño que las mujeres trabajen y se formen como profesional. A pesar de esto siguen sin tener la misma atención que los hombres por eso que la mayoría de los estereotipos de género logran que las mujeres tengan un puesto similar a la de un hombre. Alcanzando un rango similar o superior a ellos. De igual forma su pago debe ser igual sin importar su género.
Conflictos entre distintos grupos sociales han sido tradicionalmente parte de los problemas más graves que los humanos han afrontado como especie (Jussim, Ashmore & Wilder, 2001). En este escenario, el 
estudio de las relaciones intergrupales asigna particular importancia al proceso de identificación social, pues este media la forma en que las personas perciben, piensan, sienten y actúan con relación a otras personas en función a su membresía grupal (Hogg & Abrams, 2001; Sherif, 1958).Las relaciones intergrupales deben ser analizadas dentro del contexto cultural en el que se desarrollan. Entendiendo a la cultura como un conjunto de valores, creencias y normas compartidas por un grupo (Hofstede, 1991; Lehman, Chiu & Schaller, 2004), observamos que esta es formal o informalmente institucionalizada, operando como un mecanismo de transmisión de sus contenidos a los nuevos miembros del grupo. De esta forma, garantiza su mantenimiento a través del tiempo (Lehman et al.). En este proceso, se transmiten y perpetúan estereotipos, prejuicios y conductas discriminatorias hacia determinados grupos sociales.Tomando en cuenta las relaciones de poder establecidas en cada sociedad, los contenidos transmitidos pueden convertirse en un conjunto de prácticas de exclusión social ejercidas por los grupos de mayor poder, a partir de las cuales los grupos menos poderosos quedan fuera del ámbito de la justicia y de las preocupaciones morales de la población mayoritaria (Bierbrauer como se cita en Morales, 2003). Morales refiere dos tipos de manifestación de la exclusión social. La primera está basada en la falta de reconocimiento del sufrimiento que se origina a otros, lesionando su derecho a recursos básicos o imponiéndoles unas relaciones en las que el respeto y la justicia están ausentes, mientras que la segunda se asocia a eventos más impactantes, directamente relacionados con la violación de los derechos humanos y los casos de represión política extrema. Lo anterior es relevante para comprender las relaciones intergrupales al interior de una nación racial, étnica y socialmente diversa como el Perú, en la cual las interacciones entre distintos grupos han estado caracterizadas por situaciones de desigualdad y exclusión social que tradicionalmente han afectado a los grupos de menor estatus y acceso al poder, y que, en consecuencia, suelen derivar en manifestaciones de conflicto intergrupal. Así, analizando el conflicto que vivió el país durante los años 80, se observa que la población más afectada por el mismo correspondía a un perfil racial, étnico y social cuyo acceso al poder ha sido tradicionalmente limitado (CVR, 2004; Manrique, 2007; Merino, 2007).
En el Perú observamos que la exclusión social, manifestada como prejuicio y discriminación, supone el escenario para la aparición de situaciones de conflicto e impide el tránsito desde una sociedad jerarquizada y excluyente a una democrática e inclusiva (Manrique, 2007; Merino, 2007). En ese sentido, este estudio busca describir y analizar, desde una perspectiva psicosocial, cómo se manifiestan las relaciones intergrupales en un contexto multicultural como el peruano, tratando de alcanzar una mayor comprensión de las bases del conflicto intergrupal para poder esbozar alternativas de solución al mismo.






Que es el esteriotipo sociales y gramaticos

Según la definición que se recoge en la RAE, un estereotipo consiste en una imagen estructurada y aceptada por la mayoría de las personas como representativa de un determinado colectivo. Esta imagen se forma a partir de una concepción estática sobre las características generalizadas de los miembros de esa comunidad. En sus orígenes, el término hacía referencia a la impresión obtenida a partir de un molde construido con plomo. Con el correr de los años, su aplicación se volvió metafórica y comenzó a utilizarse para nombrar a un conjunto de creencias fijas que un grupo tiene sobre otro. Se trata de una representación o un pensamiento inalterable a lo largo del tiempo, que es aceptado y compartido a nivel social por la mayoría de los integrantes de un grupo.

Los estereotipos pueden ser de tipo sociales (de acuerdo a la clase social de la que procedan. Ej: chetos), culturales (de acuerdo a las costumbres que tengan. Ej: fascistas) o raciales (de acuerdo al grupo étnico del que formen parte. Ej: judíos). De todas formas, los estereotipos suelen formarse uniendo estas tres características, por lo que es muy difícil separarlos completamente unos de otros. Cabe señalar también que existen estereotipos vinculados a la religión, como aquel que define a los judíos como avaros.

En el ambiente artístico o literario los estereotipos aparecen como escenas obvias o personajes que abundan en clichés. Las películas norteamericanas, por citar un caso, suelen presentar diversos estereotipos, tales como los relacionados con personas del extranjero, por ejemplo: los villanos antes eran soviéticos, hoy son árabes y los marginales suelen ser latinos.

El uso más frecuente del término está asociado a una simplificación que se desarrolla sobre comunidades o conjuntos de personas que comparten algunas características. Dicha representación mental es poco detallada y suele enfocarse en supuestos defectos del grupo en cuestión. Se construyen a partir de prejuicios respecto a la persona que proviene de una cierta zona del mundo o que forma parte de un determinado colectivo. Dichos prejuicios no son expuestos a la experimentación y por lo tanto, la mayoría de las veces ni siquiera son fieles al bagaje identitario del grupo al que se encuentran ligados.

Por ejemplo: afirmar que los argentinos son soberbios o que los españoles son ignorantes es reproducir un estereotipo que sólo sirve para discriminar y agredir a las personas de dichas nacionalidades. Cuando dichos pensamientos están muy extendidos, la única forma de revertirlos es a través de la educación.

A lo largo de la historia de los países se crean estereotipos que sirven para entender las diferentes etapas y transmitir una versión lineal de la historia. En Argentina alguno de los estereotipos históricos son:

*El Nativo Americano: un estereotipo creado desde la visión de los conquistadores, donde los pueblos originarios eran analfabetos (pese a que en algunos casos tenían una escritura propia), salvajes (sus costumbres, tan alejadas de las que traían los conquistadores, les resultaban imposibles de comprender) e incivilizados (al carecer de ciudades se los consideraba rudimentarios y poco preparados para la vida en sociedad, cuando en realidad los hechos demuestran que este estereotipo estaba muy lejos de la realidad).
*El Gaucho: también desde la visión de los europeos, el estereotipo de los gauchos estaba formado por atributos similares que el de los nativos. De hecho, gracias a la difusión de dichos estereotipos es que este colectivo fue utilizado para luchar a favor de ideas que ciertamente no los representaba.
*Inmigrantes: A partir de la llegada de enormes contingentes de personas que venían en busca de una tierra más próspera donde vivir (segunda mitad del siglo XIX), se creó un nuevo estereotipo en el país, el de los extranjeros, los cuales fueron diferenciados de acuerdo a su lugar de procedencia. Los inmigrantes venidos de España sin importar el lugar exacto de donde partieron, recibieron el nombre de “gallegos” y se los calificaba como poco inteligentes y testarudos. A los italianos se los denominaba “tanos” y se los consideraba como ruidosos y poco trabajadores. A los provenientes de países anglosajones se los llamaba «gringos» y a los rubios, ya fueran suizos, rusos, alemanes, belgas o polacos, «rusos».

Publicidad y estereotipos

Un elemento que afecta considerablemente la manera en la que un grupo mira a otro, es decir que permite la creación de estereotipos, es la publicidad, lo que se intenta inculcar en el pensamiento colectivo a través de los medios. Un ejemplo de esto es la publicidad machista que intenta convencernos por ejemplo de que los autos son para los hombres (es decir que a todos los hombres le gustan los vehículos y a las mujeres les tienen sin cuidado) y las cremas para el cuerpo son para las mujeres (es decir que a todas las mujeres les interesa muchísimo su aspecto físico y a los hombres no les preocupa el suyo).

En la publicidad machista se presenta la imagen de la mujer como la de alguien heterosexual, casada con un hombre, que realiza las tareas de la casa y cuida de los hijos que ambos tienen en común. Sus profesiones suelen ser de enfermera, profesora o secretaria (siempre con un jefe, en su mayoría hombre). Y si no es así, la presentan como un ser frívolo, superficial, tierno, objeto del deseo de los hombres (jamás se menciona la homosexualidad), culpable de los divorcios y con una gran inestabilidad emocional.

Por su parte, el hombre es un ser fuerte, equilibrado, un padre inequívoco, que se ve rebalsado por los problemas de la casa (de los que su mujer es culpable) y se refugia en la «cerveza del sábado» con sus amigos o en su trabajo, para evitar las situaciones que le causan estrés.

Dos estereotipos de una misma sociedad donde el papel que estos cumplen es dividirla: los hombres por un lado, las mujeres por el otro, los ancianos, los niños, las personas de la ciudad, las del campo, etc. Y así nos encontramos con una sociedad absolutamente fragmentada por esta manía humana de etiquetarlo y separarlo todo.

Pese a que con el correr de los años se intenta dar una imagen más abierta, basta que nos sentemos frente al televisor por alrededor de una hora para encontrarnos con que las cosas no han cambiado tanto y que en realidad, seguimos tan embadurnados de los estereotipos impuestos por el sexismo como hace siglos.
 

Que es esteriotipos etnicos 



“Este es el primer estudio que demuestra la ausencia de estereotipos raciales en una población humana”, explica Andreas Meyer-Lindenberg, coautor del artículo e investigador del Instituto Central de Salud Mental de Manheim (EE UU). Los hallazgos, publicados esta semana en la revista Current Biology, respaldan la idea de que el miedo social es la raíz de los estereotipos raciales.

Según explica Meyer-Lindenberg, “los estereotipos están siempre presentes, tanto en niños y niñas con un desarrollo normal (en edades tan tempranas como los tres años) como en personas adultas”. Incluso los niños con autismo poseen estereotipos raciales a pesar de sus dificultades para la interacción social cotidiana y su incapacidad para manifestar un conocimiento social adaptado.En su estudio, los investigadores mostraron a los niños una serie de viñetas con personas de distinto sexo y género, y de distintos grupos étnicos, y les pidieron que asignasen características positivas o negativas a los individuos representados. Mientras que los niños con el síndrome de Williams "no dieron ninguna señal de sesgo racial", los niños sanos realizaban asignaciones marcadamente estereotípicas en relación al sexo y la etnicidad. “El perfil hipersociable único de los individuos con el síndrome de Williams suele llevarles a considerar que todas las personas del mundo son sus amigas”, afirma el investigador. “Por ello, sospechábamos que no mostrarían una especial preferencia por los caracteres de su propio grupo étnico frente a los de otras personas. A pesar de ello, el hallazgo fue sorprendente por su magnitud”.Diferentes maneras de fijar estereotipos

Un dato interesante es que los niños con dicho trastorno realizaban asignaciones estereotípicas en función del sexo igual que los niños que no otenían este trastorno, lo que para los expertos indica que "las diferentes maneras de fijar estereotipos se deben a distintos mecanismos cerebrales, selectivamente afectados por la alteración genética responsable del síndrome de Williams, la pérdida de unos 26 genes en el cromosoma 7".Los autores concluyen que los resultados podrían contribuir al desarrollo de intervenciones diseñadas para reducir las actitudes y comportamientos discriminatorios hacia grupos sociales discriminados y marginados.

Estereotipos en los medios de comunicación[editar]

Trancart (1996), en diversos estudios en medios de comunicación franceses (prensa, radio y TV), descubrió que una de cada dos mujeres es citada sin que conste su profesión, mientras que en el caso de los hombres esto sólo ocurre en una de cada diez ocasiones. Tal y como dice Martín Serrano (1995), «uno de los esquemas que más se repiten en la televisión es el de las mujeres asociadas con el cuerpo, y los hombres con la cabeza». Así se demuestra en programas televisivos como por ejemplo La Ruleta de la Suerte, en los que la mujer se presenta como un simple objeto de belleza. «Por desgracia y en un gran porcentaje de los casos, cuando la mujer aparece en imágenes, lo hace en muchas ocasiones representado a ciertos estereotipos que han resistido al paso del tiempo y que siguen estando presentes en la mayoría de las sociedades. Así, nos podemos encontrar con la mujer en el papel de seductora, aludiendo a conceptos relacionados con la belleza, el erotismo, y la provocación, o como serpiente tentadora. En definitiva, en el sujeto convertido en objeto».

En Estados Unidos, The National Federation of Press (Gallagher, 2001) muestra cómo las mujeres han visto incrementar su porcentaje de ocupación de puestos de dirección o de toma de decisiones en solo un 1% cada año desde 1977. Por su parte, el profesor David Weaver llega a la conclusión de que las periodistas americanas habían conseguido ganancias significativas en materia de control editorial en los últimos tiempos. Se observa también cómo, a pesar de que en las aulas de los colegios y universidades de periodismo en Estados Unidos las mujeres superaban en número a la presencia masculina, –un dato que también se observa en España– seguían teniendo una presencia minoritaria en las salas de prensa y especialmente, en los puestos de dirección.

En Francia, en Gallagher (2001) se afirma que en el periodismo francés la condición femenina es una restricción para acceder a responsabilidades en el periodismo. Señala que la distancia con respecto a las grandes responsabilidades en este ámbito profesional y a las columnas importantes se traduce en menos probabilidades de encontrase con gente famosa, facilitando en cambio un mayor acceso a personajes más anónimos y reportajes menos brillantes, lo que en resumen produce un periodismo tipificado como femenino. Es decir, que lo que las mujeres escriben no siempre guarda relación con la sensibilidad femenina, sino que en muchas ocasiones no tienen acceso a escribir algo distinto, debido a las estructuras de poder con las que se topan en esta profesión jerarquizada.

En Reino Unido, en Gallagher (2001) se apunta cómo los hombres que estudian periodismo consiguen más rápidamente un trabajo en los medios que las mujeres. Esto ha llevado a que algunas compañías adopten políticas y programas de acción para equilibrar esta situación, pero puntualiza que esta adopción es más común en radio y televisión que en prensa y que ocurre más a menudo en medios de comunicación públicos que en el sector mediático privado.

En Sudáfrica, Green (2001) recuerda cómo en un estudio de igualdad laboral realizado una década después de la proclamación del final del apartheid, el número de personas negras que ocupaban cargos de poder en el mundo académico y administrativo solo ascendía a un 10 % del total. Lo sorprendente del estudio era que entre el 90 % restante correspondiente a personas blancas que ostentaban esos puestos de alto escalafón hubiera una ausencia casi total de mujeres blancas en las estructuras de poder y en la universidad. Siete años después del fin del apartheid y bajo la nueva ley de igualdad para con los negros y las mujeres, sólo se encuentra con tres mujeres que ocupen el puesto de editoras en periódicos del país, dos de ellas de raza blanca y la otra negra. También destaca que bajo un gobierno con mayoría negra dirigiendo el país, la mayoría de los negocios y profesiones están controladas por manos blancas.

En Australia, en 1996 se llevó a cabo un estudio que desvelaba que el 23 % de las mujeres periodistas de los medios habían dejado sus trabajos por motivos que tenían que ver con la discriminación que venía sufriendo el género femenino en su promoción laboral. Asimismo, en 1991 The International Federation of Journalism (IFJ) admitió que el 27 % de los periodistas que trabajaban en los medios eran mujeres, en 2001 ya superaban el 38 %, sin embargo este estudio también reconoce diferencias significativas en función del país analizado. Por ejemplo, mientras que en Finlandia y Tailandia estaban cerca del 50 %, en Sri Lanka y Togo las mujeres periodistas no llegaban casi a un 6 % (Peters, 2001).

En relación con la presencia de la mujer en los distintos medios de comunicación, como es por ejemplo la radio, los locutores están por encima de las mujeres, sobre todo durante la mañana. Según afirma Cramer, las mujeres están prefiriendo trabajar en los telediarios que en los informativos de la radio. En lo que respecta a los medios de comunicación en línea, a pesar de la revolución acontecida en este medio, las grandes multinacionales de la comunicación parecen haber perdido la oportunidad de revolucionar la organización y la cultura de las salas de redacción, sobre todo, por lo que se refiere a la igualdad de género en los puestos directivos (Thiel Stern, 2006).

La mayoría de las entrevistadas no piensan que la escasez de mujeres en los puestos directivos del medio en línea se deba a sexismo o discriminación. Aun así, la insuficiente representación de la mujer es problemático. Los altos cargos son tan pocos y cuesta tanto acceder a ellos que no hay «suficiente pastel para repartir».[11]

Estereotipos en la publicidad[editar]

Los estereotipos en la publicidad son ideas simplificadas de la realidad que han sido aceptadas por la sociedad o por un grupo de personas determinado. No tratan simplemente de vendernos el producto al que hacen referencia, sino que nos venden el éxito social o la competitividad. Muchas veces en un principio pueden resultar forzados o incluso cómicos, pero al final acaban siendo aceptados. El anuncio publicitario debe ser representado con un vocabulario tópico, que refleje los valores y argumentos en que se sustenta el estereotipo de la marca. Así se crearán unos estereotipos definidos que no aparecen con tanta simplicidad en la realidad.

En definitiva, la publicidad es una de las principales responsables de los estereotipos, ya que a través de muchas estrategias comerciales consiguen establecer modelos de conducta que las personas tratarán de imitar, nos hace creer que si consumimos el producto anunciado conseguiremos obtener las mismas características.

En el mundo publicitario encontramos diferentes tipos de estereotipos, aunque el principal es el sexo. Éste se utiliza para todo tipo de productos e incluso para aquellos que no tienen nada que ver con él. Se trata de un estímulo que el receptor acoge de forma positiva y rápida. El rol de la mujer en la publicidad ha sido altamente estereotipado, representándola siempre como esposa, madre, ama de casa o incluso como mujer objeto. Se muestra la imagen de mujer dependiente y débil pero, ante todo, bella. De esta forma, la mujer es representada no sólo como objeto de deseo del varón sino, como afirma García Oyarzun (2014), como parte del consumo del objeto publicitado. A pesar de que la objetivación de la mujer sigue siendo abundante en la publicidad, actualmente también empiezan a aparecer ejemplos de la mujer superwoman que no necesita la ayuda del hombre. En el hombre el estereotipo establecido ejerce mayor presión social hacia una imagen que refleje fuerza, agresividad, dominio, valentía, pero sin descuidar tampoco su aspecto físico. A su vez, son mostrados como poco profundos y muy superficiales, esencialmente incompetentes.[12][13]

Sin embargo, tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres uno de valores más explotados es la belleza. Los creativos publicitarios recurren siempre a modelos atractivos para llamar la atención del público y con ello pretenden que el público crea que, al consumir su producto o servicios, su físico será tal y como se muestra en la publicidad y que de esa forma su vida será mejor. En muchos casos, esa necesidad generada de alcanzar el ideal físico mostrado en la publicidad da lugar a trastornos alimenticios (anorexia, bulimia) y otros problemas psicológicos, sobre todo en adolescentes, que son un blanco fácil para este tipo de presiones.

Dentro de la publicidad infantil el estereotipo que más se desarrolla es el de los roles de género, marcando supuestas diferencias entre chicos y chicas. Las niñas suelen ser representadas como obedientes, delicadas y ordenadas, que ayudan a la madre en el hogar asumiendo responsabilidades desde una edad muy temprana. Del mismo modo todos los juguetes enfocados para las niñas tienen relación con el mundo de la cosmética y el hogar. Por el contrario, los niños suelen mostrarse como inquietos y rebeldes, aunque a su vez son emprendedores. Y de esa forma los juguetes para niños suelen tener que ver con el mundo de la construcción, el automóvil o incluso campos más agresivos como la guerra. También se suele usar a los niños como gancho para vender productos a los adultos, valiéndose de la simpatía o ternura que producen.[12]

En ocasiones la publicidad también fomenta ciertos estereotipos raciales. De esta forma, la mayoría de las veces pueden llegar a subestimar una raza sobre otra, como sucedió en el anuncio de una cadena de comida rápida en Alemania, que indignó a los mexicanos.[14]​ Además, el físico ideal que muestra la publicidad tiene también ciertos componentes raciales. Esto sucede porque, por norma general, los modelos utilizados no sólo comparten entre sí su delgadez y belleza, sino que suelen ser personas con rasgos caucásicos, piel blanca y, muchas veces, pelo rubio y ojos claros. Esto ayuda a fomentar la idea de que hay una raza más perfecta o superior que el resto.[12]

En resumen, el uso de estereotipos es negativo cuando empiezan a convertirse en prejuicios y condicionantes. Actualmente este problema está empezando a cambiar ya que los consumidores tienen más consciencia sobre este fenómeno pero, aun así, la gran mayoría sigue siendo manipulada por los anunciantes.

Estereotipos en el cine[editar]



Un ejemplo de estereotipo en el cine es la actriz Salma Hayek (siempre le dan papeles que representan a un personaje de origen latino).[15]

Según un estudio realizado por el Observatorio de Cultura y Comunicación de la Fundación Alternativas, el cine producido por los grandes estudios de Estados Unidos representa aproximadamente entre el 70% y el 80% del mercado mundial. Este mismo estudio afirma que Hollywood domina el imaginario colectivo. Este imperialismo cultural deriva en un mercado cinematográfico –especialmente el occidental– con referencias y estereotipos comunes.[16]

Con respecto a España, la mejor cuota de mercado de la historia del cine nacional fue la obtenida en 2014, con un 25,5 %, más de 6 puntos porcentuales por encima de la obtenida en 2013 (19,2 %).[17][18]​ Dentro de este porcentaje el cine de autor no tiene apenas cabida. Esta limitación contribuye al fomento del consumo de cine elaborado al estilo hollywoodiense, más rentable en términos económicos. De este modo, a la hora de hablar de estereotipos en el cine se habla principalmente de aquellos que aparecen reflejados en el cine norteamericano y que, por extensión, llegan a mayor número de población.




Que es  el esteriotipo de sociales 

Se conoce con el nombre de estereotipo (del griego: στερεός [stereós], «sólido», y τύπος [typos], «impresión, molde»)[1]​ a la percepción exagerada y con pocos detalles, simplificada, que se tiene sobre una persona o grupo de personas que comparten ciertas características, cualidades y habilidades, que busca «justificar o racionalizar una cierta conducta en relación a determinada categoría social».[2]​ Regularmente los estereotipos son basados en prejuicios que la sociedad establece conforme su ideología de «modelo a seguir» de conducta o características físicas, estos van cambiando conforme el paso del tiempo. El término se usa a menudo en un sentido negativo, considerándose que los estereotipos son creencias ilógicas que limitan la creatividad y que sólo se pueden cambiar mediante el razonamiento personal sobre ese tema. Los estereotipos son alegatos comunes del pasado. Incluyen una amplia variedad de alegaciones sobre diversos grupos raciales y predicciones de comportamiento basadas en el estatus social o la riqueza. Son esquemas de pensamiento o esquemas lingüísticos pre construidos que comparten los individuos de una misma comunidad social o cultural.[3]Existe una tripartición que nos permite entender cómo funcionan los estereotipos en las sociedades. Por un lado existe un componente cognitivo que nos permite reconocer un estereotipo porque encuadra con conocimientos previos que ya tenemos sobre el mismo, es una categoría que nos permite identificar y reconocer fácilmente a ciertos grupos. Por otro lado también existe un componente afectivo, donde entran en juego los sentimientos que experimentamos en relación con ese estereotipo, que pueden ser de prejuicio u hostilidad, o bien, ser positivos. Finalmente en todo estereotipo hay un componente comportamental que supone llevar a la práctica acciones asociadas a esos sentimientos experimentados frente a ciertos estereotipos. Por ejemplo, cuando se le niega un trabajo a alguien por pertenecer a un grupo determinado. Estos tres componentes no necesariamente aparecen todos juntos, uno puede asociar a unos grupos características negativas sin sentir hostilidad o reticencia hacia el mismo y sin excluirlos de ámbitos sociales como el trabajo.

Representar a alguien con ciertas características remite a un estereotipo, manifestar desprecio u hostilidad por su grupo de pertenencia se relaciona con un prejuicio, y finalmente llevar adelante acciones sobre la base de esos prejuicios supone una discriminación.[4]Están constituidos por ideas, prejuicios, actitudes, creencias y opiniones preconcebidas, impuestas por el medio social y cultural, que se aplican de forma general a todas las personas pertenecientes a una categoría, nacionalidad, etnia, edad, sexo, orientación sexual, procedencia geográfica, etcétera. En la literatura y el arte, los estereotipos no son clichés o personajes o situaciones predecibles. Por ejemplo, un diablo estereotipo es malvado, con cuernos, cola, y tridente. Originalmente un estereotipo era una impresión tomada de un molde de plomo que se utilizaba en imprenta en lugar del tipo original. Este uso desembocó en una metáfora sobre un conjunto de ideas preestablecidas que se podían llevar de un lugar a otro sin cambios (al igual que era posible con el tipo portable). En la ética y valores humanos se usan estereotipos que ayudan y contribuyen a la forma de representar los problemas que se presentan en la sociedad diaria y continuamente en todo el mundo.

En medios de comunicación[editar]

Los medios de comunicación cumplen un rol fundamental en la construcción y la reproducción de estereotipos. A partir de las imágenes e ideas que circulan en los medios, el público accede a ciertos estereotipos que los mismos reproducen y construyen a la vez. Ciertos formatos como la publicidad y los programas dirigidos al público infantil usan los estereotipos ya que los mismos permiten un mensaje eficaz, pues son rápidamente identificados y reconocidos. Tal y como señalan Ruth Amossy y Anne Herschberg Pierrot, «La visión que nos hacemos de un grupo es el resultado de un contacto repetido con representaciones enteramente construidas o bien filtradas por el discurso de los medios. El estereotipo sería principalmente resultado de un aprendizaje social».[5]​ Incluso lo que percibimos en la vida cotidiana (y no solamente a través de los medios) también utiliza nuestros conocimientos e ideas previas, y por tanto nunca es totalmente objetivo sino que está moldeado por la cultura a la que pertenecemos y desde la que percibimos la realidad.

Definición y evolución de su significado[editar]

La palabra estereotipo, formada por los vocablos griegos stereós (sólidos) y typos (carácter, tipo o modelo), es un neologismo creado en el siglo XVIII en el ámbito de la tipografía para designar un conjunto de tipos sólidos o fijos. En concreto apareció en Francia en 1796 —steréotype—, traducida como estereotipo que se usa como adjetivo y sustantivo para describir el molde sólido o algo impreso con el procedimiento de los tipos fijos. La expansión de la palabra fue pareja a la rápida difusión de la técnica y surgieron equivalentes, casi idénticos, en la gran mayoría de lenguas modernas. En España se usa el término «estereotipo» para el objetivo y «estereotipa» para el proceso. El último término evoluciona a «estereotipia», el cual fue reconocido por la Real Academia Española en 1843. El significado original y sus derivados fueron extendiéndose a un concepto cada vez más figurativo. Por tanto, apareció una nueva acepción que supone un puente entre su origen tipográfico y su significado actual dentro de las ciencias sociales; tal acepción se refiere a cualquier cosa que se repita sistemáticamente de la misma forma, sin variación. En resumen, los términos referidos a la estereotipia se refieren en principio a las impresiones salidas de un molde y poco a poco van siendo aplicadas a todo lo que parece salido de un molde, ya hecho, invariable.[6]Otras definiciones se refieren a estereotipo como una imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable[1]​ y una imagen convencional o una idea preconcebida que no tiene una base racional. Se trata de una concepción popular sobre un grupo de personas y constituye una forma de categorizar grupos de gentes de acuerdo con sus apariencias, comportamientos y costumbres.[7]Con los estereotipos no suele cumplirse la ley de causa y efecto, más bien suele suceder a la inversa. Además normalmente parecen seguir una lógica, pero cuando se analizan se descubre que son irracionales e inverosímiles. La imagen creada suele ser una manera de emitir un juicio de valor acerca de un grupo, normalmente basados en raza, profesión o sexo.[7]Es frecuente atribuir la creación de estos estereotipos a la sociedad, pero realmente los medios de comunicación son grandes vehículos para difundirlos. En cierto modo los medios de comunicación refuerzan las opiniones generales haciendo uso de la exposición y reiteración de ideas coexistentes. Los estereotipos tienen cierta conexión con las condiciones sociales, esto les suma fuerza. Al poder localizar en ellos un grano de verdad, su divulgación se hace efectiva. A pesar de que no todos aceptan los estereotipos como verdad, acostumbran a estar aprobados por grandes colectivos. El estereotipo es verdadero y falso al mismo tiempo y está basado en los prejuicios de un grupo hacia otro.

El discurso publicitario es una fuente inagotable de estereotipos. Los mensajes publicitarios usan estereotipos icónicos para instalarnos en un universo onírico al que accederemos, por supuesto, tras la adquisición del producto anunciado.[8]

Estereotipos en la literatura infantil[editar]

El primer relato que se conoce cuenta la historia de dos hermanos, Anup y Bata, en un papiro de hace unos 3250 años. Según un estudio de Kurt Ranke el relato ha sufrido más de 700 versiones distintas. La mitología griega es la gran portadora de personajes y leyendas que, evolucionadas a través de los siglos y bajo la influencia de las distintas culturas y tradiciones, son el origen de muchos de los cuentos que hoy conocemos. En España el origen del cuento está influenciado por la cultura árabe, que introdujo gran cantidad de relatos, los cuales fueron recopilados por Don Juan Manuel, regente de Castilla, en su obra El conde Lucanor o libro de los ejemplos. En la obra encontramos una característica propia de estos relatos, la moraleja que servía para dar una respuesta moral a las dudas que se iban planteando.

El cuento infantil, independientemente de la época, lleva implícito en sus personajes estereotipos que reflejan los aspectos culturales de la época de la que provienen. Los personajes son representaciones del bien o del mal como ejemplo para imitar o repudiar, debido a su carácter moralizador. Los valores de los personajes cambian a lo largo del tiempo y se adaptan a las estructuras socioculturales del momento. El héroe y el villano de los cuentos de Charles Perrault o de los Hermanos Grimm poseen cualidades o defectos distintos entre sí, y además, también distan de las cualidades que se consideran hoy en día. La posible interpretación de algunos personajes comunes es la siguiente:

  • La bruja: representa la parte regresiva de todo ser humano, el mal que ha de ser destruido y combatido.
  • La madrastra: representa la destrucción dentro de la familia y da cabida a la heroicidad en el niño o la niña desamparado.
  • La princesa: la doncella indefensa que ha de ser protegida y/o rescatada.
  • El lobo: el miedo a la noche y a la oscuridad.

Durante siglos, en la antigüedad clásica existió la creencia de que había mujeres capaces de transformarse a voluntad y de transformar a otros en animales, se las llamaba brujas y la imagen estereotipada de los cuentos las define como viejas amargadas y malévolas. La mayoría de los cuentos maravillosos provienen de relatos antiguos sobre campesinos sometidos al régimen feudal. Los valores sociales de esta época lo constituyen el valor y el respeto por el orden establecido, donde la única mejora para la clase baja se encarna en el joven campesino capaz de superar pruebas y conseguir la mano de la princesa. En el siglo XVIII, con la Revolución Industrial, surgen nuevos héroes y villanos más acordes con el hombre de ciudad que ha dejado de lado el campo. Aparecen piratas, pistoleros, bandidos… como nuevos héroes que se enfrentan al orden establecido y el villano pasa a ser un elemento propio del sistema como lo es la sociedad burguesa, las costumbres acomodadas o el ejército. El siglo XX, debido a su carácter bélico proporciona nuevos elementos, por ejemplo la influencia americana propone nuevos villanos, personalizados en japoneses y alemanes contra los que el héroe ha de luchar para defender la libertad del mundo. El cuento ha evolucionado desde aquellos villanos de antaño a villanos con carácter más cotidiano como puede ser el profesor de colegio o el bullying dentro de las aulas o fuera. El cuento ha pasado a integrarse dentro de la vida real.[9][10]