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miércoles, 12 de junio de 2019











Que es  la lectura analogica 



El artículo se propone explorar lo que sostienen algunos pensadores de los campos de las humanidades y las ciencias sociales de la segunda mitad del siglo XX, en torno a interrogantes referentes a qué es leer y qué es la lectura. Paulo Freire, Roland Barthes, Michel de Certeau, Robert Escarpit, Noé Jitrik, Roger Chartier y Jorge Larrosa son autores en los que encontramos propuestas innovadoras fundadas en aparatos teóricos interdisciplinarios. Las coincidencias y divergencias, que sobre tan complejo tema encontramos en los autores citados, nos llevan a formular una propuesta conceptual desde la perspectiva bibliotecológica separada del discurso pedagógico, y se orienta a formar al ciudadano de la sociedad de la información y al de la industria editorial, ambos inmersos en nuevos modelos de consumo de la cultura escrita, e involucrados en la tecnología digital. En el contexto actual, la bibliotecología debe renovar su función social y uno de los aspectos fundamentales de dicha función es la problemática de la lectura, por lo que es indispensable abrir y explorar las teorías y métodos sobre ésta, en los que se basa el discurso y la práctica de la bibliotecología. 

En el presente artículo exponemos los primeros resultados de los análisis de autores que han buscado despejar los interrogantes referentes a qué es leer y qué es la lectura. Tales estudiosos han formulado propuestas que, fundadas en aparatos teóricos interdisciplinarios, aspiran a explicar el asunto. Identificamos a pensadores que empezaron a abordar el tema a partir de la década de los sesenta, cuando la lectura se consideró una problemática no sólo de incumbencia exclusiva del campo pedagógico, en el que se empezaron a cuestionar sus paradigmas, sino también un campo de interés para el ámbito cultural, en un contexto donde se vislumbraban cambios del modelo cultural, el proyecto social y la tecnología. 

En efecto, hacia 1960 se conforman sociedades de producción y consumo gobernadas por las leyes del mercado y de los medios de comunicación masiva en un ambiente tenso, donde la valoración de lo humano del ser —como diría Ortega y Gasset— se opone al simple interés de lucrar y ejercer el control, y además al afán de capitalizar el consumo y ciertas prácticas que atrapan y pervierten la cultura... al utilizarla sólo como vehículo para introducir en las venas sociales bienes y servicios que comenzaron a ser entretenimiento banal encauzado por el lucro, pues la cultura como propone De Certeau, es una actividad, un modo de apropiación, una toma de conciencia y un proceso de transformación personal, un cambio instaurado en un grupo social.1

La circunstancias de los años de la posguerra convirtieron a la lectura en un problema diferente cuando surgieron las especulaciones sobre el fin de la cultura impresa, la muerte del libro y la desaparición de los lectores a causa de una pedagogía normativa que poco favorecía la formación de lectores asiduos y, por añadidura, de nuevas y seductoras formas
de entretenimiento que parecen imponerse rápidamente, así como de sistemas de comunicación inéditos con mediaciones cada vez más artificiales con el predominio de la imagen. Todo ello parecía confirmarse cuando se identificó el estancamiento generalizado de la práctica lectora a excepción de una minoría, además de un porcentaje elevado de analfabetos y de una amplia población de escolaridad que no rebasaba el nivel básico. En este panorama, la problemática de la lectura, como decíamos, se convierte en objeto de estudio ubicado en el marco de un cambio epistemológico de las ciencias sociales y las humanidades, que empiezan a interesarse por las actividades cotidianas del hombre común, por sus objetos y sus prácticas. Los estudiosos que incursionan en el campo de la filosofía, la historia, la lingüística, la antropología, la psicología y el psicoanálisis, incorporan nuevas formas de análisis e intentan renovar sus teorías y métodos con el fin de modificar concepciones y métodos fundados en mitos y creencias relativos a la omnipotencia de la letra y la ortopedia pedagógica, a la vez que la lectura es considerada la vía regia al acceso a la información y con ello al progreso. Esto propicia nuevas exigencias a la lectura, al respecto Noé Jitrik confirma que desde hace 30 años el término lectura se interpreta de una nueva manera, como si en él se quisieran cifrar más posibilidades también nuevas, como si todo lo anterior fuera insatisfactorio. Además Jitrik afirma que las aportaciones del psicoanálisis a la interpretación abrieron una línea de pensamiento inédita sobre la lectura. Es decir que una capacidad se pone otra vez en juego en nuevos actos de lectura, en nuevas condiciones, afectadas a su vez por nuevos textos; en suma: nuevas lecturas que son alimento de las que vendrán

Por lo arriba expuesto, el presente artículo expone lo obtenido merced a la indagación documental de autores que problematizan las cuestiones centrales y ofrecen reformulaciones conceptuales en busca de respuestas a las preguntas objeto de este artículo, y expliquen la lectura de manera diferente. Entre los estudiosos que destacan por sus aportaciones al campo de la lectura, y en general al de la cultura escrita, identificamos y examinamos aquí a Paulo Freire, Roland Barthes, Michel de Certeau, Robert Escarpit, Noé Jitrik, Roger Chartier y Jorge Larrosa. Al respecto conviene aclarar que, si bien desde hace más de un siglo ya se conocían investigadores que formularon respuestas para el campo bibliotecológico como resultado de indagaciones teóricas y empíricas, bajo el supuesto que buscaba confirmar desde una perspectiva educativa que la lectura estaba orientada a instruir al pueblo y transformarlo en ciudadanos racionales, se trata de un contexto muy distinto al que comenzó a gestarse a partir de la segunda mitad del siglo XX En estas definiciones es posible apreciar la polisemia de las voces 
Tipos de como es la lectura
 En un texto de 1991, "Methods In Reading Research",28 Escarpit señala que en cualquier idioma la lectura es una palabra intrincada y por ello encubre un concepto ambiguo, ya que puede significar el mero acto de descifrar un texto o un proceso de producción de significados infinitamente más complejo. También ese concepto puede referirse al acto comunicativo realizado en el marco de una relación social que forma parte de las conductas culturales y, en tal caso, incluye la red institucional de todos los sistemas, organizaciones y grupos vinculados con el canal de comunicación, así como con los medios de tal comunicación. Por otro lado, la lectura no puede concebirse sin la existencia del libro impreso, artefacto fabricado y comercializado; por tanto, la lectura implica también a un consumidor y de ello se deriva un gran número de consecuencias, por lo que Escarpit considera la lectura un asunto de orden económico.
Según el mismo estudioso, la lectura es un acto comunicativo que implica la producción de información, tanto por parte del escritor como del lector, y respalda tal hecho mediante una cita de Sartre: "el trabajo mental nació de la conjugación, que incluye el esfuerzo del escritor y del lector".29 El texto es una imagen gráfica expuesta a la exploración de los ojos y propicia un número de estímulos por los cuales la mente reacciona, de manera que el texto codifica un discurso oral y éste
es decodificado por medio de un proceso complejo, la lectura, que implica un trabajo de creación de significados que reconstruye la memoria del lector, quien procesa mucha información. Los caminos que abre la lectura en la mente son múltiples y puede decirse, así, que se trata de un proceso activo y crítico capaz de producir conocimiento. Escarpit agrega que el acto de leer es ante todo un proceso psicológico que implica interrelaciones entre un escritor y un número indeterminado de lectores en una circunstancia que puede considerarse un proceso. La lectura no es solamente producción del significado de las palabras: es un acto realizado con un propósito determinado, donde se integran estrategias individuales, psicológicas, sociales, políticas y económicas, y donde el efecto obtenido es una apuesta ganada. Escarpit concluye que la lectura es una puerta que conduce a la libertad.


LA LECTURA: ACTIVIDAD QUE PRODUCE CONOCIMIENTO

En sus obras Lectura y cultura y La lectura como actividad, Noé Jitrik30 concibe precisamente la lectura como una actividad, pero a la vez se pregunta en qué consiste, cómo se produce y qué estatuto le corresponde en el ámbito de las actividades sociales, puesto que leer es un hecho cultural, no natural y constituye una instancia comunicativa, por lo que se evade, por su autonomía, del circuito de la comunicación y, posiblemente por este último motivo, se sabe poco acerca de lo que es leer y lo que se sabe adolece de varias deficiencias. Por eso Jitrik señala que la lectura emana de un saber que engendra resultados cuyos alcances se desconocen y por ello propone construir un espacio teórico para la lectura que permita salir de los términos que obstaculizan su reformulación. Con tal fin, busca anclar la lectura en el campo cultural y, por tanto, la sitúa a distancia del ámbito pedagógico. Para responder la pregunta "¿qué es la lectura? ", Jitrik considera dos opciones: la senda de la fenomenología y la de la metafísica. Elige la segunda en tanto que se propone aportar explicaciones epistemológicas, más que abundar en la experiencia.
Jitrik asume que la lectura, como objeto de conocimiento, brinda sentido, interpretaciones y saber, todo lo cual remite a las operaciones efectuadas para lograrlo. El investigador argentino traza sus ejes teóricos e inicia con el de la identidad del objeto "lectura". Parte del principio de que saber leer, tener una competencia lectora, es indispensable, y luego avanza un poco más para afirmar que la lectura es otra cosa: una actualización objetiva de la competencia y, al mismo tiempo, una construcción que se produce entre el lector y el texto. La escritura suscita una movilización de energías en la interacción entre emisor, receptor y mensaje; la lectura, en tanto acción compleja, se descentra de esa relación porque se produce un vínculo implicado en una red de procesos establecidos al inicio entre el ojo y el texto. La lectura reviste en el espacio social una multiplicidad de formas resultantes de diversos factores; por tanto, no es un objeto neutro ni instrumental y, aunque se opere como tal, su alcance es mayor, pues va más allá de la mera instrumentalidad, ya sea porque confirma valores existentes o porque instaura otros nuevos, es decir, porque excede lo previsible de una intención o designio. Uno de los valores que instaura es el de la diferencia entre quienes practican la lectura y los que no lo hacen: quienes pueden llevarla a cabo alcanzan un estatus diferente, pues mediante ella se procuran conocimientos de otro modo inalcanzables, ya que la lectura no se circunscribe al texto y recupera la textualidad no necesariamente del objeto escrito, sino de cualquier signo. Así, el concepto de lectura se ha ampliado puesto que el texto puede estar construido con otros lenguajes, y es la lectura lo que constituye la textualidad, sea musical, pictográfica, gestual, etcétera. El conocimiento que la lectura brinda no es sólo el que está cifrado en el texto, sino también el que se encuentra en el proceso de la producción del texto.


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